Amor, Fenómenos socioculturales

Citas en línea: ¿El futuro del amor? 

Cuando comencé a usar apps de citas en línea para mis encuentros eróticos hace unos años, sentía vergüenza. Acercarme a posibles amantes o parejas de esta manera me parecía indigno y demasiado anónimo. Además, la autopromoción me recordaba mucho a los anuncios de corazones solitarios en los periódicos y revistas de mi juventud, que solían ser el blanco predilecto de nuestras burlas. 

Se podrían llenar libros enteros con los códigos y costumbres –incontables y sujetos a constantes cambios– que rigen el universo de las citas en línea y en el que, literalmente, nada es imposible: hay alguien para cualquiera, y cada Romeo encontrará a su Julieta.

Cortejo controlado desde el sofá doméstico: higiénico, cómodo, conveniente y ajustado a los parámetros de los deseos de cada quien. El olor y la voz del amante o pareja tentativa son los únicos rasgos que aún no se muestran. Con la debida pericia no es muy difícil que logres proyectar una apariencia sexi y prometedora o pícara y atractiva.

Las redes dominan incontables aspectos de nuestra vida, incluyendo –desde hace mucho tiempo– nuestras relaciones amorosas. Ello no difiere tanto de la función que ejercía la novela romántica y (melo)dramática en el siglo XIX, cuya influencia en la conducta sentimental de la gente fue decisiva. Además de las películas y los culebrones cotidianos, existe un sinfín de programas sobre citas, noviazgos, terapias, rupturas y reconciliaciones, que hoy asumen el papel de guías amorosas. Rebosantes de «pura autenticidad», lo que nos provocan más bien son escalofríos.

Ansias de algo genuino y verdadero

Debido a toda esta virtualidad, estamos experimentando una creciente demanda por aquello que es «natural», «espontáneo» y «auténtico»: el deseo de «lo real verdadero» es enorme. Sin embargo, al margen de lo que suele afirmarse, nuestro «comercio amoroso en línea» de ninguna manera excluye estas cualidades tan entendiblemente en demanda. Por otra parte, el anonimato y la ausencia de compromiso que nos ofrece el internet –algo imposible en la «realidad» física— también nos brinda oportunidades viables e interesantes:

«El anonimato del internet aumenta las posibilidades de una comunicación íntima. La mayoría de los pretendientes en línea se presentan con la verdad. Quien mantenga en secreto una calvicie o un cónyuge perderá sus posibilidades. Según un estudio psicológico, el índice medio de mentiras en los correos electrónicos es sólo del 14%, frente al 27% en las conversaciones presenciales o el 37% en las llamadas telefónicas. Al parecer, la comunicación escrita favorece un mayor grado de entrega.

El anonimato en internet provoca así el renacer de los valores internos. Las características externas no son las únicas que cuentan en línea, sino también las dotes comunicativas, como el ingenio, la originalidad, la apertura y la empatía. Un beneficio adicional por encima de las conversaciones presenciales: los chats en línea reducen la presión de tener que dar una respuesta inmediata. Y no menos importante: el espacio virtual ofrece un atractivo romántico justo porque disminuye las inhibiciones. Comparado con un club o un café, el poder de la invisibilidad en internet reduce de manera considerable el umbral de la timidez que impide acercarnos a un posible amante o pareja. La inseguridad es más fácil de encubrir; hay gente que incluso oculta su identidad bajo un seudónimo. Puesto que las personas no están obligadas a revelar mucho sobre sí mismas, crece la disposición a abrirse, y esta apertura es un factor decisivo para llegar a conocerse. Acercarse de esa manera es vinculante y no amenazadora a la misma vez, dándole a las personas el coraje de hacer cosas que de otro modo nunca se atreverían. El juego virtual con el romance y el erotismo, por lo tanto, tiende a ser más osado y aventurero que en la realidad.

Ahora bien, lo que sucede en internet no es tan diferente de lo que sucede en la vida real. En un bar, las personas dispuestas a coquetear también clasifican a los demás como «adecuados» para el coqueteo o no. Es solo que esta búsqueda sistemática se lleva a cabo de forma más deliberada y expedita en la red[1]

El romance imborrable no se ha perdido para nada; tan solo lo hemos adaptado a las circunstancias actuales. Los integrantes del juego virtual también desarrollan anhelos mutuos que luego se cumplen o se defraudan, como era habitual en «los viejos tiempos». Y la posible unión física se produce, como siempre, después de conocerse y no al inicio.

«Por lo tanto, las denuncias arrasadoras sobre una sociedad mediática que se ha vuelto fría no proceden. Los lamentos por el lastre de la lujuria desenfrenada y la racionalización del amor romántico se ven contrarrestados por la gran variedad de nuevas cualidades y posibilidades. Es precisamente en el espacio virtual donde las personas tienen hoy las máximas oportunidades de encontrar sus caminos personales en una sociedad confusa; incluso y, sobre todo, cuando se trata del amor.»

[1] Christian Schuldt, Der Code des Herzens. Liebe und Sex in den Zeiten maximaler Möglichkeiten (Frankfurt: Eichborn, 2004), págs. 126–128. El título en español sería: El código del corazón. Amor y sexo en tiempos de máximas oportunidades.


 

  1. Olá, Hans,
    Adorei seu texto. E de fato, é o que acontece com todos em toda parte do planeta. Todos queremos o real da realidade na vida e no amor. Mas os encontros, no sentido de Spinoza, ainda são possíveis? Como afastar o medo e os riscos? E como, sobretudo, empenhar-se com tempo e afeto em uma relação? Tudo o que não suportamos, toleramos é a rejeição, por mínima que seja. Quando nos deparamos com uma ínfima frustração já rejeitamos o objeto em que investimos expectativas… Se arriscar quer dizer tolerar e estar pronto para aquilo que pode ser diferente e até contrário a nós.
    Um abraço,
    Roni Filgueiras,
    Jornalista, ex-gerente de Comunicação Casa Daros

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