Cuando comencé a trabajar con Daros Latinamerica Collection y comencé a viajar de forma exhaustiva y constante, pronto noté que el supuesto que a menudo se formulaba en América Latina sobre su desventaja como «periferia» frente a los «centros» del mundo, no se sostenía en términos tan absolutos. Ya antes había percibido que los llamados centros se habían agotado y vuelto lentos y propensos a la autorreflexión en todos los niveles. Por el contrario, advertí que las llamadas periferias son en principio más activas, creativas e innovadoras. Después de todo, para poder compensar por sus supuestas deficiencias, a menudo están mucho mejor informadas sobre lo que sucede en los «centros», que tienden a la presunción y a la arrogancia por creerse el eje del mundo pase lo que pase.
Centros saciados
Hasta el cambio de siglo, se seguía aplicando el lema de que visitar uno de los principales centros (“occidentales”) –como Nueva York, Londres o París, y quizás incluso Berlín- sería suficiente para ponerse por completo al día en los temas culturales. Esto ha cambiado, sobre todo debido a la World Wide Web y a sus nuevas «redes sociales», así como a la concurrente globalización. Todo se ha extendido a todas partes, a tal punto que una superabundancia de información está potencialmente disponible para quien la pida en cualquier momento y lugar.
Estándares caídos y noticias insustanciales
Nuestro «mundo del arte» ha experimentado una enorme expansión y abierto nuevos mercados. A la vez, hay muchos más actores y partes interesadas que en décadas anteriores, cuando solo los profesionales y verdaderos aficionados dominaban esta sociedad cerrada. Las puertas de la fortaleza del arte se han abierto de par en par, y la otrora hermética torre de marfil ha caído presa, para bien o para mal, de huestes de jugadores que esperan obtener rápidas ganancias, hurgando cual carroñeros entre los despojos del arte.
Volviendo a la WWW: a estas alturas hemos descubierto que la red, como el papel, ¡tampoco se sonroja! Aparte de las fake news, por las que todo el mundo se preocupa (como si este fenómeno no hubiera existido antes y, es más, ¡antes de que existiera la «noticia» como tal!), también está el fenómeno que podríamos llamar «noticias ligeras» o «insustanciales»: información sobre sucesos trillados y, por lo tanto, poco dignos de mención. Estas nimiedades, que jamás habrían entrado a la esfera de un público significativo en épocas anteriores, ahora inundan todos nuestros canales. Apoyados por las relaciones públicas, estos endebles informes aparecen lado al lado y a la par de contenido real e importante.

Información inaccesible
¿Cómo podemos distinguir entre la redundancia y la relevancia, en especial dentro del mundo del arte, al que lo ha secuestrado tanta gente no calificada? ¿Quién podría separar el trigo de la paja en estas circunstancias? Y, sobre todo, ¿a quién le interesa llevar a cabo tan minucioso escrutinio o evaluación?
Ello por fuerza conduce a una aporía, porque ¿cómo puede sustraerse la calidad consistente de una avasalladora cantidad? Por fin nos hemos dado de que el supuesto acceso ilimitado a «toda» la información sirve de poco si no se inspecciona con atención. Por eso nos encontramos en la misma situación que hace 50, 100, 200 y 500 años, tratando de rastrear con empeño la verdadera información pertinente y su significado potencial, solo que esta vez usamos los actuales métodos disponibles. La información ya no reposa en sitios que podemos visitar para acceder a ella. Más bien se encuentra entre la gente, entre nosotros, en individuos y en grupos que tienen la voluntad y los recursos para adquirir la información; hecho que casi nos remonta a la Edad Media.
Burbujas incompatibles
La globalización conlleva una inevitable uniformidad y nivelación. Por lo tanto, es casi lógico y natural que también provoque resistencia. La creciente internacionalización choca de frente con las fuerzas propensas a la nacionalización. La regionalización y el énfasis en las especificidades locales también van aumentando de manera tangible. Sin embargo, los resultados negativos de este «nuevo» provincianismo voluntario no es a lo que aquí me refiero.
Hace algunos años se me ocurrió una idea fascinante: que vivimos en un mundo lleno de burbujas diversas. Hoy la periferia y el centro están en un mismo lugar porque la información ya no se encuentra en los lugares sino en las personas. Los fanáticos de Trump en Estados Unidos, por ejemplo, poseen un nivel de información o estado mental muy similar al de los fanáticos de Modi en India. En Zimbabue, Estados Unidos, Vietnam, Alemania o Panamá encontramos burbujas de personas muy actualizadas justo al lado de burbujas de otras que han «caído fuera del tiempo». Y estas distintas burbujas coexisten, a la vez que las separa una brecha temporal de 50 años o más. Y cuando las burbujas entran en inevitable contacto, por fuerza también surgen los malentendidos y las fricciones.
Sin embargo, hay motivo de esperanza
Esas cápsulas de tiempo, diríase, anacrónicas, flotan en el mismo lugar y tiempo que las burbujas que se mantienen al día. Esta asombrosa fragmentación de la sociedad en innumerables grupos y subgrupos –todos conviviendo con muy diferentes percepciones del mundo y de la línea del tiempo– se está convirtiendo en un problema cada vez mayor, ya que muchos de estos públicos se consideran antagonistas. En vista del auge actual de los llamados Querdenker («pensadores laterales») y de las pujantes «teorías de la conspiración», es evidente que las atribuciones de significado están en un estado de cambio total. Por otro lado, aquí es justo donde se abre un nuevo terreno que promete ser fértil. Precisamente la posibilidad de redefinirlo todo ofrece una enorme oportunidad. ¡Podemos por fin repensar las cosas bajo una luz radicalmente nueva y crear otros vínculos con una refrescante falta de respeto por aquello que la tradición nos exige!

Hola Hans. Muy interesante este texto. La verdad es que tienes razón con el tema que desde los llamados “márgenes” estamos más informados de lo que ocurre en los “centros” que viceversa. También hay una propensión, en los “centros” a pensar que no estará pasando nada en las “periferias” mientras ellos no intervengan.
Y a pesar de la gran cantidad de información que nos inunda, hay algo con lo que siempre se debe contar para saber cuan “informado” está una persona o una institución, o una organización: el interés y la curiosidad. Estas dos variables no son controlables. Si no se siente curiosidad por lo que pase en otros lares, aunque la información esté disponible, seguirá oculta para esos ojos específicos.
Sin embargo, también es una realidad que por lo menos en mi país, Panamá, hay todavía una brecha digital que cerrar entre grupos humanos que tienen acceso a Internet, y grupos que no lo tienen. Hace poco, una comarca donde habita una comunidad de pueblos originarios, exigió cobertura de Internet en su región, sobre todo tomando en consideración que están en un área de difícil acceso, y en estos momentos los procesos escolares se están realizando en línea. Increíblemente, una comisión del gobierno, por tontas razones burocráticas, no refrendó el pago de estos servicios para la región, dejando empantanado a tanta población.
Y creo que además, la pandemia ha intensificado, de una manera abrumadora, el tiempo que pasamos buscando datos y relacionándonos por Internet o usando redes sociales. De hecho, parte de mi trabajo como curadora pasa por estar constantemente revisando todos esos datos. Pero también están pasando nuevas cosas: ya los artistas, y también muchos curadores, no están esperando el beneplácito de las instituciones establecidas del mundo del arte para actuar. Están armando sus propios procesos, sus propias exposiciones y sus propios grupos de trabajo en línea. Dices que “podemos repensar las cosas bajo una luz radicalmente nueva” y si, eso ya está pasando. Aquí, ahora y en todas partes.
Que bueno y refrescante es este sitio, Hans. Abrazo!
Muchas gracias por tu comentario, querida Gladys! Hans
Hola Hans Me maravillo tu último texto .Para mi es como un antes y un después . Me hizo recordar mis sueños e ilusiones de mi vida como artista . Cuando viaje por primera vez al gran centro del arte New York en 1975/6 . Estoy de acuerdo en muchas de las cosas que dices en tu texto muy en especial en donde mencionas sobre
el secuestro del arte por gente no calificada que se apoyan en las relaciones públicas y la invasión de The fake news
Estamos de acuerdo con Teresa. Su texto is perspicaz, convincente y al final optimista!
Este texto me encanto Hans, es una reflexión muy acertada. Lo he leído varías veces u coincido contigo.