Honduras
Luego vino Tegucigalpa, donde al llegar me sentí algo molesto por tener que someterme a un reconocimiento dactilar y del iris. Me vino a recoger Bayardo Blandino, un colega muy profesional y amable, de unos treinta y pico años de edad. Blandino es el director artístico del Centro de Artes Visuales Contemporáneas de Mujeres en las Artes “Leticia de Oyuela” (CAVC/MUA) en Tegucigalpa.
El espacio y sus actividades guardan paralelos con los de Virginia Pérez-Ratton en San José de Costa Rica, excepto que nadie va a Tegucigalpa a verlos. Leticia de Oyuela, gran dama de la sociedad intelectual, fue su fundadora hace una década. Las mujeres que la acompañaron —como Wanny, Catalina y Josefina Álvarez— ya se han ido, excepto por América Mejía, directora ejecutiva de MUA. Lo que queda, entonces, es el nombre de un lugar cultural que Bayardo Blandino —nicaragüense de origen— y América Mejía están llenando de arte y educación.

Fuimos juntos a la galería de Bonnie de García. Bonnie tendrá unos 60 años y es una figura central de la alta sociedad y del arte local. Durante años, se encargó de elegir a los artistas de Honduras para la bienal centroamericana. Tenía una galería que aún existe, aunque ya no bajo su gestión. Ha hecho mucho por su país. En la galería había obras del artista Adán Vallecillo, de 26 años. Me gustaron mucho, así que me encontré con Adán al día siguiente y le dije que quería comprar dos de sus pequeñas piezas. Quedó feliz por el reconocimiento. Esto lo impulsará hacia adelante.
Bonnie pensó que debía visitar la mansión del expresidente Flores, quien nos dio un recorrido por su fea y gigantesca propiedad. Tiene no sé cuántas salas de estar —al menos diez— y todas decoradas en un gusto deplorable. Nos mostró sus grandes pinturas atiborradas al estilo de Petersburgo. Aquello no terminaba nunca. Había que ver absolutamente todo. Como mencioné antes, no hay ningún escape posible de situaciones como estas. Mis compañeros locales tenían curiosidad por ver su casa y yo les serví de caballo de Troya.
El significado de la pintura
La pintura es de gran importancia en América Central —sin excluir a México—, como pude notar en Honduras. Cada país posee una tradición pictórica y académica que se remonta a inicios del siglo XX, con pintores decentes y profesionales. Aunque en el contexto europeo pueda parecer tedioso y sin interés, es un importante marco de referencia para la región centroamericana. A lo largo de los años, los pintores han adquirido un enorme reconocimiento social; son verdaderos “maestros” que circulan en la alta sociedad. Impiden el acceso a artistas con nuevas ideas, como Vallecillo y sus objetos. A la vez, a las personas que pueden comprar arte yo no las llamaría coleccionistas. Tan solo llenan las paredes de sus casas; no pueden imaginar que exista un arte más allá de este tipo de pintura. Cuando la gente pregunta “¿quién es el pintor?”, lo que quieren decir es “¿quién es el artista?” Lo mismo ocurre en otras partes del mundo, solo que es más llamativo en Centroamérica. Si no fuera por iniciativas como la de Bayardo y los demás, el arte contemporáneo ni siquiera se vería allí. En la medida de sus limitadas posibilidades, personas como Bonnie tienen el mérito de propagar, sin tregua y con valentía, las nuevas ideas en su círculo social, gracias a lo cual se han podido percibir los diversos enfoques del arte contemporáneo.
Al final, Bayardo y yo seguíamos con Bonnie. La noche se prolongaba, aunque logré escaparme de otra visita guiada a la casa. Al día siguiente, Bayardo y yo fuimos al museo histórico de Tegucigalpa. Los niños en la calle se acercaron a pedirme dinero en dos ocasiones, el ambiente no era bueno. Pasé la tarde en el espacio de Bayardo.

Belice
Viajé a Belice muy temprano al día siguiente, donde me recibieron Joan Duran y su novia, Eugenia, quienes residen en Mérida, en el estado mexicano de Yucatán. Joan es originario de Cataluña, pero ha vivido en Latinoamérica durante mucho tiempo. Es el tipo de hombre que hace que las cosas funcionen. Creó la serie de exposiciones llamada “Landings” y es mentor de Yasser Musa, hijo del presidente de Belice y gerente de la Image Factory, en la ciudad de Belice. La oficina y sus tres pequeñas salas de exposición constituyen el único centro de arte en la ciudad. Con una población de solo 250,000 en todo el país, las cosas son un poco diferentes en Belice. Yasser no es buen artista, pero representa la presidencia.

Al día siguiente, cuando conducíamos en el auto de Yasser hacia la jungla —o más bien, hacia el denso matorral— obtuve un esclarecedor pantallazo de los asuntos estatales. Sobre la base de una de las ideas de Joan Duran, han establecido un centro en Pousinier, en medio de la selva, cerca de la frontera con Guatemala. Los artistas pueden trabajar e incluso vivir allí. También participan artistas internacionales. Hacen un claro en algún lugar y erigen sus obras in situ. La idea es que la jungla se haga cargo de tragarse y disolverlo todo.
Me gustó mucho la obra titulada Greenhouse: en medio de la selva, un pequeño invernadero rebosa de plantas en crecimiento hasta el punto de romper y levantar el vidrio. Lo que más me atrajo fue un sendero de diez a doce metros de largo por cuatro metros de ancho, construido con parqué de caoba. Los británicos solían importar su caoba de Belice (¡antes llamada Honduras Británica!), destruyendo bosques enteros en el proceso. Las tablas de parqué del sendero provienen de un castillo escocés que se vendió. Caminar por aquel suelo en la jungla otorga un sentido de las épocas y lugares que abarca: un árbol; el Reino Unido, todas las personas en Escocia que se pasearon por estos tablones… Y ahora, este parqué británico-beliceño, podrido y en descomposición, se devuelve a la jungla. ¡Qué hermosa idea! Tuvimos un día estimulante e inspirador, aunque algo extenuante.
Luego conocí a un fotógrafo de modas y desnudos que encuentra a sus modelos en la calle y hace fotos muy interesantes en blanco y negro de bares y escenas callejeras de Belice. Enviará algunas de sus obras. Me alegró dejar Belice al final; es más bien sucio. Ni siquiera hay una planta en todo el país que elimine los residuos de forma adecuada, mientras que un puente no muy nuevo que atraviesa el estuario del río Belice hasta el mar parece ser el colmo del progreso; todo el mundo habla de “el puente”.
Por otro lado, el museo exhibe hermosas botellas antiguas de vidrio —del siglo XVIII o XIX— en colores brillantes: su principal atractivo. Paul, el director del museo, también me mostró el teatro y el palacio del exgobernador, donde conocí a su arisco director. La antigua cárcel tiene una pequeña pero atractiva colección de vasijas mayas. Por los numerosos asentamientos descubiertos hasta ahora, sabemos que en la época maya vivía aquí al menos un millón de personas: una comunidad próspera y sofisticada. La condición en la que se encuentra el país ahora parece ser el resultado de una terrible farsa bananera.

Panamá
Llegué a Panamá el 2 de noviembre, tarde en la noche. El 3 de Noviembre, fiesta nacional, hubo grandes desfiles con bandas. Conocí a Mónica Kupfer, con ascendencia de Hamburgo, Alemania. Es una historiadora y crítica del arte que ha viajado mucho y sabe moverse en el medio, aunque es algo conservadora. Como no había nada más que hacer ese día, fuimos a un destino popular en el canal de Panamá: un restaurante frente a una esclusa, donde fue maravilloso sentarse afuera y mirar los barcos pasar.
La Zona del Canal, erigida por Estados Unidos de 1907 a 1914, se destaca en la historia de la arquitectura del siglo XX como un proyecto interesante, masivo y modernista. Su tipología uniforme se asemeja un poco a chalets chinos. El proyecto involucró la utópica idea de construir una ciudad ideal para los estadounidenses en un idílico paraje tropical. Empresa absurda, la Zona también sigue siendo una llaga en la historia de Panamá.
Los panameños en general son mucho más cooly en cierta forma más genuinos que la gente de los demás países centroamericanos. La estructura social y las actitudes no son tan desfasadas ni anticuadas. Los panameños son de una agradable informalidad y muy profesionales. Panamá difiere mucho de los demás países. Tal vez tenga algo que ver con el Canal, con personas e ideas a la deriva y quedándose algún tiempo, manifestando lo suyo. Con su toque de anglofilia, la ciudad de Panamá es muy internacional. Puede que haya edificios altos en otras ciudades centroamericanas, pero ninguna tiene rascacielos de 80 pisos o una silueta como Panamá. El estilo de vida en esta urbe en auge es radicalmente diferente del resto de Centroamérica. La ciudad es bastante compacta, de fácil acceso y con un indudable encanto.
Al día siguiente, visitamos la VII Bienal de Panamá, en el Museo de Arte Contemporáneo. La curó Rosina Cazali, de Guatemala, respaldada por Mónica Kupfer y Walo Araújo, directores de la bienal. Participaron trece artistas de 25 a 40 años. Araújo convocó a los artistas para que yo pudiera hablar con ellos sobre sus obras. El audio de Humberto Vélez es muy bueno, así como el video de Donna Conlon.
Lástima que no estaba en el país Brooke Alfaro, un artista importante en Panamá, que además trabaja por causas sociales y ambientales. Me reuniré con él en otra ocasión. También me gustaría visitar a Humberto Vélez en su estudio. Muchas personas de diferentes contextos lo mencionan como un artista de obras inteligentes. Cené con artistas y con una señora que participa en la bienal centroamericana; amiga del cofundador nicaragüense. También dirige una galería aburrida.
Hola Hans. Revisando tu cuaderno de hoy dedicado a Honduras, Belice y Panamá, me interesó Belice, un país que para muchos de nosotros (centroamericanos y panameños) es como un misterio. Sus dinámicas internas a nivel económico, social y cultural parecen ser muy opuestos al del resto de los países de la región. Siento que tiene algún tipo de parentesco con algunas zonas de Panamá (pienso específicamente en Bocas del Toro y Colón) donde afrodescendientes antillanos se han asentado, pero en general es como un híbrido; también tiene algo barbadiense, pero sin la espectacularidad de sus resorts y su maquinaria turística. Tras leer tu crónica se me ha acentuado aún más la curiosidad por los artistas de Belice.
Gracias Hans, muy descriptiva tu nota. Capturas la esencia y la realidad latina. Eres buen historiador