Eduardo Berliner tiene mucho que contarse a sí mismo y a nosotros. Durante largos años, y sin cesar, ha ido incorporando a su producción artística un repertorio casi inagotable de imágenes fabulosas….
Maestro de las técnicas
No parece haber técnica con la que no se sienta como pez en el agua. Las practica todas con aparente soltura y las adapta a la perfección. Pinta, dibuja y trabaja la gráfica en sus múltiples variantes, manteniéndose en dos dimensiones: más que suficiente, ya que su aptitud para infundir sus cuadros de una estimulante imaginación y de copiosas ideas innovadoras hace que se destaquen del trabajo de muchos de sus colegas. A Berliner no se le puede ubicar en ningún movimiento artístico en particular. Por un lado, tales movimientos ya no existen en la pintura (para disgusto de muchos colegas). Y por el otro, no tiene sentido alguno encasillar al buen arte.

Obsesiones y arte sobresaliente
Lo que nos presenta Berliner, en infinitas variaciones y matices, es un extracto de su mundo mental y espiritual; un mundo interior impregnado de rasgos obsesivos. Sin embargo, como todo artista realmente bueno, logra poner una distancia estéticamente objetiva a sus obsesiones para no disparar en el espectador un inmediato enganche psicológico. Más bien dota su arte de un carácter abstracto y universal. Berliner nos transmite un mundo privado, íntimo, de imágenes que en sí mismas serían insoportables si se quedaran en el mero nivel anecdótico. No nos libra de nada, pero a la vez nos lleva a un mundo encantado, lleno de increíbles sucesos metamórficos y de criaturas mágicas, híbridas —mitad humanas, mitad animales— y brutalmente desfiguradas, mutiladas o lastimadas, que, sin embargo, no parecen sufrir. Y nosotros —querámoslo o no— aunque como observadores estemos expuestos a estas víctimas de crueles maltratos, tampoco sufrimos necesariamente por ello. De hecho, más bien nos encontramos diseccionando y analizando fríamente las ilustraciones y escenas que, pese a su drástico carácter representativo, parecen casi abstractas.
Proximidad a las fábulas
Es como si Berliner nos sumergiera en un mundo de fabulosas criaturas sacadas de algún cuento de hadas; un mundo con sus propias leyes inmanentes e incompatibles con las nuestras; y que justo por eso no puede hacernos daño. En varias de sus obras, Berliner apunta de forma explícita a Esopo: el precursor de todos los fabuladores y quien influyó mucho en la Grecia antigua de los siglos VI y V antes de la era común. Al igual que en las fábulas de Esopo, los cuadros de Berliner funden elementos míticos con los puramente seculares, mientras que el propio artista no toma partido ni proyecta juicios de valor.

Rasgos surrealistas
Las obras de Berliner nos recuerdan al gran antecesor del Surrealismo: el conde de Lautréamont, quien acuñó la frase vulgarizada por los surrealistas del siglo XX para describir su quehacer: “bello como el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa de disección”. Aunque hoy los historiadores del arte dudan en poner la etiqueta de “surrealismo” a cualquier cosa que no sea el movimiento estilístico original, las obras de Berliner sin duda cumplen con varios criterios surrealistas. No lo digo solo porque entreteja elementos pictóricos inusuales, sino —sobre todo— porque reconoce y admite los propios poderes intuitivos y la liberación del inconsciente y del subconsciente para así lidiar con ellos en su proceso artístico.
Conservar intacto el misterio
En la superficie, Eduardo Berliner proyecta el talante de un modesto, si bien decente y cultivado, oficinista. Con abierto entusiasmo y el placer de narrar propio de un niño, habla de sus obras con aparente franqueza. Pero en realidad, ni revela detalle alguno sobre el proceso creativo de sus obras, ni las despoja de su carácter misterioso, ni atenúa los inquietantes rasgos que nos cautivan una y otra vez. El intento por determinar si la gama iconográfica del artista tiene sus raíces en fobias o inclinaciones específicas es insignificante. Sencillamente, nos presenta un material pictórico muy diverso y prolífico para que lo contemplemos y podamos derivar nuestras propias ideas. Y lo consigue con la perfección en el dibujo y la pintura: característica que debería ser la base de toda creación artística.
Espléndido!
Muy creativo. ⭐️👀