Arte Latinoamericano

Guillermo Kuitca (nace en 1961 en Buenos Aires, y vive y trabaja en Buenos Aires)

“La pintura es un campo de batalla (…) en torno a lo que es, lo que no es, lo que debería ser, lo que me gusta, lo que odio, lo que amo.” (Guillermo Kuitca, 2006) 

Guillermo Kuitca es, ni más ni menos, un pintor de dones divinos. Una persona afable que lleva una vida muy discreta, solitaria, poco extrovertida. Un artista que protege y valora su privacidad. Un pintor que, pese a todo, se ha mantenido fiel a su Buenos Aires natal a lo largo de las décadas, que se ocupa de sus asuntos sin aspavientos, que experimenta sin cesar y, aún así, siempre regresa a su propio centro. Un artista que le gusta ser como es y que cuestiona, una y otra vez, quién es y en qué podría consistir su pintura.

Currículum, 2002, Ink jet sobre papel fotográfico, 43,0 x 27,9 cm, Fotografía: Peter Schälchli, Zürich, Cortesía: Daros Latinamerica Collection, Zürich

Mis visitas regulares al estudio de Guillermo se convirtieron en una amada costumbre que hoy extraño en serio. Solíamos examinar –con intensidad y durante mucho tiempo– sus obras más recientes y otras aún no concluidas. Trabajábamos juntos en tan profunda concentración, que nos sumergíamos en la contemplación hasta alcanzar una increíble cercanía con las obras; algo que hubiera sido imposible en un espacio público. Diríase que hasta llegábamos a percibir las vibraciones atmosféricas de sus obras. La regularidad y frecuencia de mis visitas al estudio de Guillermo me permitían mantenerme muy informado sobre su producción y, durante algún tiempo, pude adquirir las piezas que juzgué más interesantes para la colección.

Las obras de Guillermo Kuitca exigen la atención del espectador; no son fácilmente digeribles; no pueden reducirse a un definible punto en común; más bien, constituyen unas paráfrasis siempre renovadas de su compromiso con lo que el arte o la pintura es de verdad. Kuitca pertenece a esos pintores que crean «desde dentro», por así decirlo. En ese sentido, está comprometido por entero con un canon «clásico» del arte, cuyo principio y fin radican en el creador de las obras. El describe solo aquello que le pertenece: (la visión de) su propio mundo. Cada tema en su corpus visual es como un viaje a un amplio mundo que, a fin de cuentas, le sirve para autoverificarse. Innumerables variaciones de su cama de infancia como la unidad más pequeña –que, sin embargo, abarca todo nuestro ciclo: desde la concepción hasta el nacimiento y la muerte– constituyen el punto de partida desde el cual conquistó al resto del mundo en su pintura. Luego se adentró en ámbitos cotidianos más grandes: empezando por una habitación y un apartamento —que expuso como planos— hasta el «orden global».

Untitled, 1993, Acuarela sobre papel, 48,2 x 60,8 cm, Fotografía: Peter Schälchli, Zürich, Cortesía: Daros Latinamerica Collection, Zürich

Sus mapas conforman un hilo central que se entreteje en toda su producción. Está claro que no sirven el propósito inmediato de orientar. Kuitca los usa más bien para jugar a buscar territorios desconocidos que va explorando con esmero —como un instrumento autoverificador— para saber dónde no está, para orientarse en el mundo donde fue arrojado y para jugar a perderse sin perderse de verdad.

A Kuitca también le interesa mucho la vida como un escenario –un theatrum mundi en el que todos participamos, querámoslo o no– que él ha sublimado en sus pinturas. El drama, tanto privado como público, acecha en cada rincón y se manifiesta de manera hermosa en nuestro arte tradicional más artificial e histérico: la ópera. Para El holandés errante, de Wagner —escenificado en el teatro Colón en 2003— Kuitca mostró su excepcional talento como diseñador escénico.

La filosa navegación al borde de la nada y la amenaza permanente a la humanidad, tan vulnerable, son temas constantes en el arte de Guillermo Kuitca. Ello vale también para nuestro desmoronamiento y extinción: peligro que recorre toda su obra y que alcanza su máximo efecto con una maravillosa fuerza simbólica en muchas de sus obras. 

Untitled (Kindertotenlieder), 2000, Óleo y tiza sobre lienzo, 195,0 x 142,2 x 4,6 cm, Cortesía: Daros Latinamerica Collection, Zürich

www.instagram.com/guillermokuitca

  1. Conocí a Guillermo Kuitca desde que llego a New York en los 80 . Mi esposa y compañera Teresa Serrano compro una obra importante. Yo tuve el privilegio de participar junto a el y otros grandes artista en la muestra Mapping curada por Robert Storr en el MoMA 1993. Concidero a Guillermo Kuitca un gran pintor, un artista de nuestro tiempo con una visión política y poética muy aguda que corresponde a lo que es el, muy fiel a sus orígenes y amor a su tierra natal su Buenos Aires querido!!

  2. Conocí a Guillermo cuando mostró la primera vez con Annina Nosei, me gusto mucho y compré una pintura. Después lo conocí de más cerca, y estuvo en nuestro estudio, Miguel y mío en Prince street varias veces. Ya en esa época era el joven amable y encantador que sigue siendo ahora.

  3. Hola Hans, linda cápsula sobre Guillermo. No creo equivocarme que dudo que nadie, ni institución ni particular mucho menos ,pueda tener mas Kuitcas que las de la colección Brondesbury aparte de conocerlo de hace años cuando lo traté bastante por los múltiples préstamos que se hicieron de sus obras a muchos museos

  4. Quando trabalhamos por muito tempo em silêncio no estúdio, encontros como descritos no texto, podem ser muito especiais. O diálogo e o olhar externo generoso, ajudam a organizar os pensamentos e podem abrir frestas para o que não havia sido notado.

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