Arte Latinoamericano

Juan Manuel Echavarría (nació en 1947 en Medellín, Colombia. Vive y trabaja en Bogotá, Colombia)

En un territorio como Colombia, ¿es posible crear un arte que no tenga nada que ver con la situación social del país? ¿Acaso para un artista no es, en cierta medida, una obligación intelectual y ética involucrarse políticamente? ¿Es el ser humano per se —en palabras de Aristóteles— un zoon politikon

Del arte comprometido al documento visual

Hace unos 25 años, Juan Manuel Echavarría se hizo estas preguntas o unas muy similares. Luego de haber encontrado sus respuestas, se apartó de sus labores como escritor para dedicarse a producir imágenes: primero haciendo fotografías y, luego, videos y películas. Después de todo, gracias a su literatura ya entendía las metáforas y, por consiguiente, el concepto de lenguaje ilustrativo, figurativo y simbólico. Entonces, ¿por qué no dar un enfoque inmediato y directo a las imágenes para lograr una expresión más precisa y acercarse así al meollo del asunto? 

Luzmila Palacios, Bocas de Ceniza, 2003-2004

A fines de 2004, abrí la gran exposición titulada «Cantos cuentos colombianos» en Zúrich. Para mí, como para muchos visitantes, una de las obras más importantes fue el video de Juan Manuel llamado Bocas de ceniza (2003-2004): individuos que presenciaron en directo las atrocidades y masacres de la guerra cantan canciones simples, compuestas por ellos mismos y en las que describen sus propias experiencias, tratando de asimilarlas para alcanzar una catarsis. Rara vez se ha producido un documento más inquietante, auténtico, sincero y devastador sobre el tema. Con este trabajo, Juan Manuel Echavarría se convirtió en un pionero que abrió caminos en esa época. Esta obra representó la despedida del «artista visual» que anunciaba sus propias ideas sobre la violencia y la guerra, proyectándolas en su arte: era su partida hacia la realidad. Por supuesto, sin descuidar los aspectos estéticos, Juan Manuel hasta cierto punto cruzó al otro lado y dio voz a aquellos a quienes no se les suele escuchar pese a que tienen mucho más que decir que los que no han estado involucrados de forma directa y personal. Así, Juan Manuel pasó, de ser un artista comprometido, a un ámbito social y público que considera el material visual ante todo como un documento. A partir de entonces, documento y arte comenzaron a fusionarse en su producción. 

La guerra que no hemos visto 

Henry “El sueco” tortura a un ser humano, La guerra que no hemos visto, 2007-2009

Poco después, en 2006, Juan Manuel estableció la fundación Puntos de Encuentro. Entre sus importantes programas educativos y sociales destacan los talleres de pintura con excombatientes, celebrados entre 2007 y 2009. Juan Manuel Echavarría y su colega, Fernando Grisales, invitaron a exmiembros de las FARC y del ELN —los llamados grupos terroristas— y a exparamilitares de las AUC —o sea, los marginados—, así como a soldados regulares del ejército colombiano, para capturar sus experiencias de guerra en imágenes y narraciones. En la situación sociopolítica de la época, esto se acercaba a un acto revolucionario. El resultado fue la serie de 500 imágenes que se convirtió en un documento del conflicto colombiano con todos sus horrores y traumas, y que luego atrajo la atención con exposiciones en muchas ciudades de Colombia. En la Feria del Libro en Bogotá en 2019, asistí a un panel en el que participaron un miembro de las antiguas FARC y otro de las antiguas AUC. Significó un gran paso hacia la normalidad humanitaria, que, por desgracia, la actual política colombiana vuelve a desafiar de forma masiva.

Queda la interrogante general de quién es la víctima y quién es el victimario, por supuesto. Los límites son fluidos, ya que los victimarios son a menudo víctimas también. Mientras tanto, la justicia restaurativa —un enfoque de la justicia penal que se centra en la rehabilitación de los criminales mediante la reconciliación con las víctimas y la comunidad— que se practica en Colombia, cobra un papel esencial en este contexto.

Decir lo indecible

Requiem NN 3111, Puerto Berrio, 2006-2013

El arte de Juan Manuel Echavarría camina con pies ligeros, pero produce un impacto fuerte. Réquiem NN es una sucinta narración sobre los habitantes de la ciudad de Puerto Berrio, que pescan cadáveres en el río Magdalena, y a los que luego entierran, adoptan y adoran, pidiéndoles favores. Las fotografías de su serie «Silencios», profundamente conmovedoras y poéticas, muestran antiguos pizarrones en aulas de escuelas deterioradas por los estragos de la guerra en algún lugar de la selva colombiana. Con drones produce documentales de los sitios donde han ocurrido los traumas de guerra, que muestran los excombatientes en los talleres de pintura; luego los refuerza con informes originales de los eventos, relatados vívidamente por los mismos perpetradores de la violencia.

Con el tiempo, Juan Manuel Echavarría se ha convertido en un creador realista. Nos acerca a lo indecible y a lo no dicho. Casi logra que lo entendamos, si no fuera porque es tan incomprensible.

Silencio con grieta, Las Palmas, Bolívar, 2011

www.jmechavarria.com

  1. Vi Cantos Cuentos Colombianos en Brasil y Bocas de Ceniza en Mexico. Los dos me parecieron magnificos documentos, poeticos y conmovedores. Bocas de ceniza me hizo llorar. Son videos que deberian ser mostrados en todo Latinoamerica para concientizar a la población.

    1. Nací en 1948 y no he gonzado de un solo dia de paz y cordura en mi pais. Los acontecimientos brutales de violencia son cotidianos. Todas nuestras lágrimas no han sido, ni serán suficientes para lavar tanta sangre derramada. La obra de Juan Manuel Echavarria, acompaña a las víctimas y visualiza esta tragedia. Este artista produce documentos poéticos, como un Notario visual de la barbarie.

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