Arte Latinoamericano

Miguel Ángel Ríos (nace en 1943 en Catamarca, Argentina, y vive y trabaja en CDMX, México)

¿Es el arte un juego? ¿Es la vida misma un juego? Como pocos artistas, Miguel Ángel Ríos ha «jugado» consigo mismo: con su vida y con su arte. Y ha corrido muchos riesgos al hacerlo, a veces triunfando y otras perdiendo. Pero siempre se las ha arreglado para conservar su integridad personal y su independencia artística. ¿Acaso hay algo más valioso?

Sólo cuando abordamos de forma lúdica las cosas y el mundo como tal, conseguimos establecer las debidas distancias, incluso ante nosotros mismos. Es el juego concentrado el que refleja nuestros propios actos y pensamientos.

El juego nos sirve para explorar, para «tantear» todo tipo de escenarios posibles en la mente o en una simulación real. En el juego nos entregamos al experimento, llenos de curiosidad y alegría, dejándonos envolver por territorios desconocidos. El juego ayuda a los niños a afrontar situaciones más allá de su comprensión, y de «adultos» también nos sirve para medir la viabilidad de una idea.

El juego ritualizado nos enseña patrones para bregar con el peligro y la violencia. Ayuda a romper su hechizo y hacerlos manejables. Nuestro propio cuerpo también se convierte en juguete cuando lo exponemos a situaciones extremas, en el deporte, en el erotismo… Por ello, no debe sorprendernos que los artistas, al menos en términos conceptuales, se entreguen al juego para avanzar en sus indagaciones, incluso a riesgo de perderse en el proceso.

«Sólo los peces muertos se dejan llevar por la corriente»

Columbus Making Ripples, 1993, Pleated silver-dye-bleach print on canvas, MoMA New York, Gift of Waldo Rasmussen and AT&T NEW ART/NEW VISIONS Fund

Ese lema le queda bien a Miguel Ángel Ríos. Siempre ha sido su intención retomar la vida y las realidades sociopolíticas de Latinoamérica para su arte, reflejándolas sin convertirse en un moralista didáctico o en un ideólogo panfletario. Eso fue justo lo que hizo con las celebraciones del quinto centenario del avistamiento de América en 1492. Miguel Ángel Ríos escudriñó de cerca la histórica práctica oficial del «mapeo» en una amplia investigación artística. En términos de un territorio que se examina y se reapropia, el mapeo de campo —al igual que la escritura de la historia misma— está, después de todo, igualmente sujeto a la arbitrariedad, la ideología y la estética, así como a las doctrinas políticas específicas de los conquistadores. En sus intervenciones de mapas históricos, Miguel Ángel Ríos ha desafiado nada menos que al sistema sociopolítico dominante, incluyendo la absurda temeridad humana de trazar de forma compulsiva líneas de demarcación por todas partes.

La ferocidad del juego

Ríos incursionó en el videoarte a inicios del milenio, medio que logró dominar fácilmente y con soltura, como también lo hiciera su compañera, Teresa Serrano. Un viaje al lado salvaje del desierto mexicano en busca del peyote alucinógeno se decantó en el video «Ni me busques… no me encuentras» en 2002. Apenas un año después creó una de sus obras maestras: «A morir», una videoinstalación de tres canales que dura casi cinco minutos, es incomparable en su elegancia agresiva y en su consumada ferocidad. Enormes trompos negros de juguete —que siguen usándose en el campo mexicano— giran con gran fuerza física antes de chocar contra un escenario de madera, donde dan vueltas a una velocidad impresionante; incluso el más mínimo impacto de un trompo con otro, derriba a uno o a los dos. En esta impresionante metáfora, las cámaras de Ríos han capturado la danza lúdica con su conclusión inevitable, en un alto drama que rastrea el poder –vigoroso, extático– y el esplendor de la violencia convertida, en cuestión de minutos, en la muerte definitiva. 

Jugárselo todo 

Video still “Piedras Blancas”, 2014

Otro video sobresaliente es «Piedras blancas», de 2014, que el artista también produjo en México. Miles de bolas de piedra blanca ruedan por la ladera de una montaña como una estampida, cayendo salvaje y desordenadamente en una erupción inexorable y chocando entre sí o contra el suelo, que se hunde bajo ellas. Una vez más, Ríos nos presenta una excelente metáfora: de las fuerzas bellacas y desenfrenadas de la naturaleza; del flujo incesante de drogas que parecen encontrar su camino por sí solas; de las interminables oleadas y movimientos migratorios…

A lo largo de estos últimos años, Miguel Ángel Ríos ha seguido creando todo un espectro de videos excepcionales y dramáticos. Algunos nos seducen y nos dejan cautivados; otros, incluso algo aturdidos, como «Crudo» (2008) o «Landlocked» (Sin litoral, 2014). Es obvio que Miguel Ángel Ríos no ha agotado ni de lejos sus recursos creativos. Siempre en sintonía con la época, su arte trasciende el presente con todos sus problemas inherentes, y alcanza con fluidez un significado universal.

Video “A morir” (Vimeo) https://vimeo.com/114611179
Video “Piedras blancas” (Vimeo) https://vimeo.com/101040636
Miguel Angel Ríos, 2014, Fotografía: Carlos Adán Cardenas

https://www.sicardi.com

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