Arte Latinoamericano

¿Queda Argentina en Latinoamérica?

¿Hace tan solo unos años, con ocasión de una conferencia en el auditorio del MALBA (Museo de Arte Latinoamericano –¡sic!– de Buenos Aires), la reconocida artista argentina Marta Minujín me explicó, ahí mismo frente al público, que ni ella ni, de hecho, el país entero tenían nada que ver con América Latina. Me preguntó sin rodeos que de dónde habíamos sacado la idea en Daros Latinoamérica de coleccionar arte “latinoamericano”. No había tal cosa en Argentina

De vuelta a las raíces, en algún lugar de Europa

Los “argentinos” no se sienten cómodos en ese organismo llamado América Latina. Tampoco se la hacen fácil a sus colegas latinoamericanos, a quienes les cuesta aceptar, mucho menos apreciar ni gustar de la notoria arrogancia y la presunción sin límites que caracterizan a los argentinos.

Entonces, ¿quiénes son los argentinos y de dónde vienen? Son inmigrantes, como el resto; provenientes en su mayor parte de Europa. Al llegar, no encontraron mucho con lo que quisieron identificarse. A lo largo de los siglos, fueron eliminando con éxito a la población indígena, con cuyos penachos parecen adornarse de otra manera hoy. A lo único que podían recurrir era a sus propias raíces. Ya a principios del siglo XIX, en búsqueda de objetivos más elevados (y con la esperanza de una profecía autocumplida) estaba París -el supuesto origen de esos fabulosos bebés importados con la ayuda de cigüeñas – ilustremente evocada. Y aquellos que sentían que París era demasiado francesa, se volcaron hacia los valores británicos. Por otra parte, sus distintas estrategias de supervivencia, así como su resistencia y despreocupada indiferencia ante cualquier cosa decretada por el Estado, parecen ser de carácter italiano (menefreghismo). 

El auge de la vanguardia

El auge económico de Argentina en la era de Perón se debía a la alta demanda de alimentos (carne y cereales) en Europa durante y después de la II Guerra Mundial. Fue Perón quien afirmó que cinco familias europeas podrían sobrevivir con lo que una familia argentina tiraba a la basura. Argentina era uno de los países más ricos del mundo en ese momento, lo que también se reflejaba en el elegante estilo de vida de los bonaerenses en la década de 1960. (Por cierto, en esos años Caracas y Río de Janeiro eran ciudades igualmente prósperas, súper coole hipermodernas).

Los refugiados judíos contribuyeron de forma sustancial a la prosperidad (no solo) de la cultura argentina de posguerra (aunque los encuentros desagradables entre judíos y nazis que emigraron de Alemania ocurrían con frecuencia en eventos de la embajada alemana), no muy diferente del boomcreado por los judíos europeos que se establecieron en Nueva York en esa misma época. La cultura internacional de posguerra en Buenos Aires está magníficamente documentada en las obras de la fotógrafa judeoalemana Grete Stern. El Instituto di Tella (1958-1970), famoso por considerarse el “templo de la vanguardia”, fue la mayor manifestación artística en este apogeo de la cultura argentina. Casi todos los artistas que pronto se harían importantes se la pasaban ahí. 

Instituto di Tella, Buenos Aires

La sed de debatir no cederá

La dictadura militar argentina (1976-1983) provocó una despiadada ruptura con cualquier ambición vanguardista y tuvo un efecto catastrófico en todos los anteriores logros culturales en el país. Sin embargo, el alto nivel intelectual se ha mantenido, reflejado hasta hoy en la maravillosa cultura de debate constructivo de los argentinos. Las discusiones y las disputas se entablan con tal brío y entusiasmo, que en otros lugares solo podrían llevarse a cabo con altas dosis de cocaína. La crítica no se detiene ante nada; todo se examina con detalle hasta que salga a la luz, triunfante, la más mínima imperfección. Se considera de rigor mantenerse informado sobre todos los eventos culturales en el mundo para poder discutirlo cara a cara y con profundidad en los debidos círculos intelectuales, quizás comparables a la (ya casi perdida) cultura vienesa de los cafés. En realidad, Buenos Aires es el único lugar del continente donde podemos encontrar en vivoreliquias de la antigua cultura europea, ya sea en La Biela, en restaurantes como Munich o en la exclusiva Asociación Wagneriana de la ópera.

Las cosas mejoran

El teatro, la danza, el cine, el diseño, las artes visuales: pese a la gran depresión producida a inicios del milenio (1998-2002), las cosas no solo caminan hacia adelante, sino que van en alza. Sin excesos vanguardistas demasiado audaces –aunque de forma segura y constante–, la cultura avanza de forma gradual, respaldada por un profundo interés y un placer afirmativo; contra todos los pronósticos, con una saludable chispa de desafío, y con una mirada ardiente y apasionada que se dirige al futuro.

  1. Buena mirada del arte en Argentina.
    Seria fantástico una revisión critica sobre el arte colombiano, realmente el mas creativo y original de Sur América…creo yo. Tu que piensas ???
    Cordial saludo.

  2. Mi estimado amigo
    La apreciación de Marta Minujin corre por su cuenta, es muy poco representativa de lo que pensamos los argentinos sobre nuestra pertenencia a América Latina, es probablemente más representativa de una reducida visión porteña (de Buenos Aires) que desconoce su propio país. La capacidad de integración de la diversidad cultural de los argentinos es uno de los síntomas más importantes de nuestra cultura y nuestra identidad es capaz de reconocerse alternativamente en diversas regiones de manera diferenciada y enriquecida. Nuestras vanguardias tuvieron manifestaciones europeas y americanas desde la segunda década del siglo XX y alcanzaron una expansión para dar respuestas populares a mediados del siglo. Luego hemos retrocedido y perdido expresiones de nuestro patrimonio en aras de sectores dirigentes que han oscilado entre la especulación inmobiliaria y el saqueo. Hasta la Munich que mencionas junto a La Biela ya no existe. Mis afectuosos saludos. Ramón Gutiérrez

  3. Lo que nos dice Hans Herzog es cierto pero según mi opinión es un análisis parcial. La Argentina es un país de la Extrema Europa. Sus auténticas raíces americanas existen pero son pocas, muy minoritarias. Los artistas que han intentado agarrarse de estos vestigios de raíces no han producido, a mi manera de ver, una obra realmente sincera.
    Debemos agregar al Uruguay a este panorama argentino. Allí la situación es muy similar. Tambien predomina – y por mucho – las raíces europeas.
    Pero tal vez más importante aún son las diversidades de los demás países que sí tienen fuertes raíces autóctonas. ¿Acaso las raíces chilenas tienen un parecido con las mejicanas? ¿O las dominicanasa con las brasileñas? Y sin embargo el mundo entero las clasifica, las llama “latinoamericanas”. Siempre he sostenido la tésis que esa palabra – LATINOAMÉRICA – es la que ha sido la mas nefasta para intentar seriamente entendernos. Voy un minuto a un tema – cualquiera – fuera del arte. Hace unos años siendo yo ejecutivo de una multinacional dedicada al comercio mundial de cereales y productos del agro, representé a mi firma en un simposio en el Department of Agriculture en Washington. Uno de losl temas del primer día era “what to do about overpopulation?”. Escuchaba con atención cuando el moderador me preguntó porque no había pedido la palabra. Le contesté que uno de los problemas estructurales mas serios de Argentina era su falta de población. En esos años teníamos 25 millones de habitantes y hubiéramos sido mejor con 100 millones mas. Pareció sorprendido. Evidentemente no había hecho su “homework”. Para él, ¡”latinoamérica” era sinónimo de sobrepoblación!
    Acaso ¿alguién se le ocurriría presentar una exposición de arte europeo con artistas portugueses y finlandeses? ¿Ya han visto exposiciones tomando como una unidad a Italia e Inglaterra? Sin embargo nosotros sufrimos diariamente de un error semenjante.

    1. Muchas gracias por tu comentario, querido Jorge!
      Sorry por ponerlo solo ahora, pero yo estaba en La Habana en la inauguración de la XIII Bienal…
      Y de Latinoamérica voy a hablar mas en Mayo!

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