«El ingenio consiste en reconocer la semejanza entre las cosas que difieren entre sí y la diferencia entre las cosas que son iguales». (Madame de Staël, Aforismos)
Criterio deriva del griego antiguo y apunta a «una marca o rasgo característico, un medio de juzgar». Un kritḗs es un árbitro, un juez, un intérprete.
La crítica exige «criterios»: normas que nos orienten a la hora de hacer distinciones y valoraciones sobre las cuales se sustentan nuestros juicios de valor. Para poder distinguir es fundamental poseer una sólida base de conocimientos y una amplia visión estética. La crítica extrae su atractivo y exigencia de la diversidad, y demanda una revisión y análisis estructurados dentro de un procedimiento que denominamos científico.
Para revisar algo, primero tengo que mirarlo de cerca. Esto me lleva a la esfera de la aisthēsis, de la percepción, que es per se juzgadora, nos guste o no. Aisthēsis originalmente significaba «sensación» o «percepción», en contraste con los conceptos intelectuales o el llamado conocimiento racional.
La estética necesita habilidades lingüísticas ultradesarrolladas
La estética lidia con los factores que determinan cómo las personas juzgan los objetos y el entorno que perciben; algo que sin duda no es fácil de entender ni de analizar o explicar. En filosofía, la estética es la teoría de la percepción sensorial; un campo donde el enfoque teórico a menudo choca con la realidad práctica. La percepción en este contexto se relaciona con lo que nos rodea y nos preocupa, y –como resultado– con nuestro juicio sobre el valor de lo que tenemos en frente. En consecuencia, la percepción es un proceso muy complejo que exige la mayor concentración posible.
La percepción, además, presupone facultades lingüísticas sumamente diferenciadas para poder expresarse en palabras que ilustren de forma adecuada las intenciones del perceptor. Por desgracia, hoy nos encontramos en un estado de progresiva disolución de claros lineamientos lógicos, textuales y, por lo tanto, ¡también de contenido! La precisión de todas las declaraciones públicas y privadas se ha deteriorado notablemente; nuestras declaraciones (y, asimismo, nuestra habilidad para hacerlas) se vuelven cada día más vagas y descuidadas.
Omisiones, inexactitudes y reinterpretaciones lingüísticas (como los eufemismos del cotidiano discurso sociopolítico, que se han vuelto tan comunes) abren las compuertas a declaraciones cada vez más subjetivas y arbitrarias, a menudo bajo el disfraz de lo que hoy convenientemente llaman «sensibilidades». En el campo de la crítica, estamos a punto de abandonar la ya frágil estructura que denominamos argumentación racional en favor de puras cuestiones de fe. Esto acarrea las fatales consecuencias que todos experimentamos en nuestra vida diaria.
Como señaló el matemático y filósofo alemán Gottlob Frege (1848-1925) ya en 1884: «Estamos demasiado dispuestos a invocar la intuición interior cada vez que no podemos producir ninguna otra base de conocimiento». (En Fundamentos de la aritmética: una investigación lógico-matemática sobre el concepto de número).

Cuando el arte era una vocación y coleccionar una pasión
En realidad, no hay mucho que criticarle al mercado del arte; los mercados son mercados, después de todo. A menos que, por supuesto, ya no se trate de arte en lo absoluto, como pude constatar en un viaje a Asia Oriental hace dos años. Ilustro esta entrada con fotos de obras que captaron mi atención en el Casino Hotel Resort Paradise City del Aeropuerto Internacional de Seoul-Incheon, en Corea del Sur.
Las llamadas artes visuales han abandonado su torre de marfil hace tiempo. Cuando se establecieron las primeras ferias de arte en Colonia y Basilea a fines de la década de 1960, los que trabajaban en el negocio del arte eran profesionales en cierta medida. Los artistas todavía sentían vocación por su trabajo; los impulsaba la creación de arte menos que el dinero. Y coleccionar para la mayoría de los coleccionistas era aún una pasión de la que disfrutaban, y no tanto una inversión “segura”.

La crítica de arte degradada a decoración
Luego vino el gran cambio que desde hacía mucho se había atrasado y que ya se había producido en otras formas de arte, como la música y el cine: ¡el cambio hacia el entretenimiento! La sociedad de la diversión necesita su industria de la diversión. A la vez, la crítica de arte se volvió más y más redundante; algo prescindible. Los galeristas y marchantes fabricaron carreras artísticas enteras, desde cero, de la noche a la mañana, con densos volúmenes legitimados por críticos famosos mediante sus contribuciones de texto. Todos se beneficiaron por igual de estos pop-ups, así que muy pocos se quejaron. ¿Por qué querría un crítico trabajar durante varias semanas en una publicación elaborada, sofisticada y mal pagada, si la transcripción eufemística de comunicados de prensa para una revista de lujo le ofrece una suma principesca? Encima, hay que tener en cuenta que los artículos hoy deben redactarse mucho antes de que inauguren las exposiciones reseñadas. ¿Crítica? Gracias, pero ¡no gracias!
En «Against Curating» (Contra la curaduría), un texto reciente que refresca mente y corazón, los curadores Mia Locks y Christopher Y. Lew observan que: «Despojada de su poder, la crítica ha caído al nivel del puro ornamento. En las revistas de arte, la crítica llena las páginas entre los anuncios. Al igual que la mayoría de las teorías que circulan en el campo del arte, se ha limitado en gran medida a engalanar el trabajo de los curadores con un decorativo florilegio filosófico».
La corrección política se encarga del resto
El dinero que tan velozmente se generó a inicios de siglo –en plena globalización y neoliberalismo turbocapitalista– tuvo que invertirse de forma rentable, prometedora y prestigiosa. Los nuevos mercados en Rusia, China y el mundo árabe contribuyeron a reabastecer de oxígeno al mercado del arte, que andaba arrastrando los pies y que ahora ha tenido que subordinarse a la «eficiencia» y a las reglas de los demas mercados.
Ya sea en términos polémicos o realistas, el resultado es una masa de chucherías decorativas, superfluas, sobrevaloradas y desprovistas por completo de significado, que ha mantenido consistentemente vivos los mercados mundiales del arte durante los ultimos 30 años. Al mismo tiempo, el arte contemporáneo orientado a las modas se ha comprometido con una exitosa trayectoria políticamente correcta. Las manifestaciones del arte y su estética fenomenológica ya no importan; lo que cuenta es mantener los mismos contenidos.
Los manifiestos del «arte» centrados en temas como la ecología o el género desafían a priori cualquier valoración crítica; la crítica es, en efecto, inadmisible, ya que los manifiestos poseen un valor éticamente indiscutible que naturalmente está por encima y más allá de la crítica.
¡Sigamos en expectativa de tiempos mejores!
De acuerdo, hoy día se escribe mucho sobre teoría y se ha dejado de lado el campo de la percepción estética, como fuente primaria de conocimiento y formación de criterio sobre el gusto. La realidad es que de cualquier manera, muy a pesar de la superficialidad de los mercados y del coleccionismo de “inversión segura”, un elevado porcentaje de la obra que hoy conocemos no llegará a la historia del arte del siglo XXI. No habrá institución o espacio que pueda albergar tanta mediocridad. Se va a evaporar.
Gran texto sobre nuestros tiempos sobre el arte. Claro y sin conceder hablas con la verdad, no puedo más que coincidir contigo.
Que buen artículo,alguno tenía que estar en desacuerdo contra toda esa basura que escriben los curadores de los artistas .
Querido, tengo una pregunta ¿Por qué crees que ese gran cambio a la industria de la diversión llega más tarde en las artes visuales? Pienso en como la Performance se ha convertido claramente en un recurso efectivo de la publicidad y el marketing mediático. Ya a un nivel de políticas públicas los efectos nefastos de la llamada Economía Naranja en la cultura, que tiene como uno de sus grandes abanderados al al BID y al presidente de Colombia Ivan Duque.
Abrazos y gracias por compartir tus reflexiones tan oportunas.
Adán
Saludos desde , España.
Me ha gustado su Artículo, no suelo, hacer, critica, con, Críticos, pero es Vd. muy veraz .
Mi marido ha sido , Escultor y Pintor, Publicista. Docente. Pero realmente, Escultor, todo lo demás ha sido una forma de seguir financiando, sus propias Maquetas.,.
Cincuenta años de Oficio, son muchos, por ello me ha gustado su Articulo, refleja todos los supuestos y los hechos que acontecen en , circulos Artistas Plásticos.. que no son capaces, de crear grupos como lo hacen Los Musico/as..
Yo, ahora después de tantos años, creo, que El Arte, es aquello que te pueda emocionar mas allá de tus prejuicios..
Salud para El Arte. Salud para Vd.
Susana.
Cuevas Blanco.,
Asturias.España
Hola, Hans-Michael Herzog,
muchas gracias por tu newsletter sobre las actividades del arte sudamericano.
La newsletter me entusiasma cada vez con muchos informaciónes interesantes sobre los movimientos artísticos más allá del atlántico.
El arte sudamericano es tan maravillosamente diverso y vivo.
Espero cada nuevo correo electrónico con información.
Los saludo cordialmente desde “East Westphalia” y yo recuerdo con afecto nuestros encuentros en la Kunsthalle Bielefeld,
cordialmente Wolfgang Morisse