Michel de Montaigne

La Conquista según Montaigne. Consideraciones de un pionero del antiimperialismo

El humanista Michel de Montaigne debe haber estudiado a fondo la conquista de América, recurriendo a un gran número de fuentes contemporáneas, para llegar a una valoración a todas luces antiimperialista, de la que leerás unos extractos aquí. En vista de su crítica profunda y radical de los conquistadores, presumo que sus opiniones estaban harto distanciadas del panorama político de su época. Incluso unos cien años después de su publicación, a fines del siglo XVII, el Vaticano encontró buenas razones para incluir sus escritos en el índice de libros prohibidos. En cualquier caso, la lucidez analítica de Montaigne es sorprendente.

«Nuestro mundo acaba de encontrar otro mundo no menos grande, poblado y diverso. Sin embargo, es tan nuevo e impoluto que a sus nativos hay que enseñarles hasta el abecé. Hace menos de cincuenta años no conocían ni las letras, ni las pesas, ni las medidas, ni el trigo ni el vino. Desnudos por completo, bebían tan solo del seno de la madre naturaleza.

Mucho me temo que habremos acelerado en buena medida su ocaso y ruina con nuestro contagio, y que le hemos vendido a altísimo precio nuestras opiniones y nuestras artes. Era un mundo infantil, seguro, pero, aun así, no lo hemos conquistado por la superioridad de nuestra valentía y de nuestras fuerzas naturales, ni los hemos seducido con nuestra justicia, integridad o bondad. La mayoría de sus respuestas en las negociaciones con ellos demuestran que no eran inferiores a nosotros ni en claridad mental ni en pensamiento consecuente.

La magnificencia de las ciudades de Cuzco y de México; el jardín de cierto rey, en el que todos los árboles, frutos y hierbas presentan el orden y la escala de un jardín natural, pero están hechos de espléndido oro forjado; o la belleza de sus piezas en pedrería, plumas, algodón y pintura, muestran que tampoco nos iban a la zaga en habilidad. 

El viejo mundo: ganador en el engaño y la bajeza

Pero en cuanto a devoción, cumplimiento de las leyes, integridad, generosidad, lealtad y franqueza, nos ha sido muy útil ser inferiores a ellos. Por culpa de esta superioridad se han arruinado, vendido y traicionado a sí mismos. En cuanto a osadía y valor, firmeza, constancia y entereza frente al dolor, al hambre y a la muerte, no dudaría en ponerlos a la par de los más célebres ejemplos antiguos conservados en las memorias de este mundo nuestro.

Dotados de un intrépido espíritu de lucha, muchos miles de hombres, mujeres y niños estaban listos para defender a sus dioses y su libertad. Inquebrantables y valientes, desafiaron e incluso se lanzaron a enfrentar peligros infranqueables. Preferirían sufrir lo indecible, lo peor, incluso la muerte, que someterse al gobierno de aquellos que los engañaron de forma tan atroz. Hubo prisioneros que prefirieron morirse de hambre antes que tomar el alimento de las mancilladas manos de sus ignominiosos conquistadores. Ante esto, queda claro que si se les hubiera atacado en igualdad de condiciones –en cuanto a las armas, el número y la experiencia– esta guerra habría representado un riesgo demasiado alto; de hecho, el mayor riesgo que hayamos conocido hasta ahora.

Vidas perdidas, oportunidades perdidas

¡Imaginen el progreso y la mejora en los asuntos mundiales si desde un inicio hubiésemos mostrado una conducta ejemplar ante los pueblos del nuevo mundo! Quizás los hubiéramos inspirado a admirar y adoptar las virtudes de los griegos y los romanos. Hubiéramos podido establecer una relación de entendimiento, una comunidad fraternal entre ellos y nosotros.

En cambio, abusamos de su ignorancia e inexperiencia para acostumbrarlos a nuestra forma de vida; a la codicia y al libertinaje, al engaño y a todo tipo de atrocidades e infamias. ¿Ha habido alguna vez gente tan interesada en los negocios y en el lucro como nosotros? ¡Tantas ciudades arrasadas, tantos millones asesinados, tantos pueblos exterminados; la región más rica y más hermosa del mundo devastada; y todo esto en nombre del comercio de perlas y la pimienta! ¡Victorias obtenidas gracias al frío cálculo! Ni la sed de gloria personal ni las hostilidades políticas han llevado nunca a los pueblos a cometer actos de violencia tan atroces entre ellos y a sumirlos en tal miseria».

Michel de Montaigne
  1. Gracias Hans.
    Gracias. No conocía este texto Estuve con nuestro inolvidable Julio Le Parc y me comentó tu Salón y tus ensayos. Ojalá nos veamos pronto!!!! Gran abrazo

  2. Que afortunado descubrimiento. Aunque he leído mucho Montaigne no había dado con este texto – de excepcional actualidad y abierto a controversia. Gracias mil.
    (Recibo ya el blog por email).

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