Segunda parte
«En el centro de la imaginación hipermoderna radica el deseo del deseo; ese perpetuarse en el deseo; ese demorar la gratificación del deseo solo para eternizar el deseo y para lograr que el objeto del deseo conserve una forma estética. … un deseo que se alimenta de sí mismo, volviéndose casi impotente para trasladar sus fantasías a la vida cotidiana».
Eva Illouz, Por qué duele el amor. Una explicación sociológica, Cambridge: Polity, 2013, pp. 234, 237.
La crítica de la razón
«Determinar si la razón puede dar sentido a nuestras vidas es el factor cardinal de la modernidad». De hecho, Illouz critica la forma como usamos la razón: «Explicaciones no científicas podrían superar a las científicas si son holísticas y se conectan de forma más orgánica a la totalidad de nuestra experiencia vivida (…) Para ser tolerable, la existencia humana requiere cierto nivel de fantasía y de mitos y mentiras. Las mentiras y las ilusiones son las que nos permiten soportar la violencia inherente a las relaciones sociales (…) El conocimiento y la razón vienen con el precio de profanar lo que una vez veneramos (…) La modernidad se define por nuestra ambivalencia ante su núcleo cultural de legitimación por el temor a las fuerzas que este puede desatar (pp. 169, 157-8)».
En el subcapítulo titulado «La certeza semiótica», Illouz aborda los temas de la ambigüedad y la seducción: «Identidades densas y conductas ritualizadas generan la certeza semiótica, que, paradójicamente, permite formar los significados ambiguos que a su vez nos producen placer (…) La ambigüedad aparece cuando podemos jugar con esos significados estables y retorcerlos (…) Por lo tanto, solo la certeza semiótica puede dar paso a la ambigüedad; a esa sensación de juego y de placer (…) En contraste, vaciar las relaciones románticas de las relaciones de poder tiene el efecto semiótico de hacer que los signos de género sean menos marcados y, por ende, disminuye la capacidad de generar ambigüedad, vista a menudo como un ingrediente de la seducción (p. 190)».
Liberté – Égalité – Séduction
«La seducción tiende a usar códigos ambiguos, transformando al seductor prototípico de la cultura occidental en ejemplo de cierta forma de liberación de la moral (…) El seductor se vale de un lenguaje ambiguo porque no se siente responsable ante las normas de la sinceridad y la simetría. Las prácticas llamadas ‹políticamente correctas›, por otro lado, exigen cierta transparencia y falta de ambigüedad para garantizar la máxima libertad contractual y de igualdad, neutralizando así el tradicional halo retórico y emotivo de la seducción. Racionalizar el amor ha socavado los regímenes de significado sobre los que se basan el erotismo y el amor (…) Es decir, el lenguaje políticamente correcto resulta inaceptable porque excluye las fantasías emocionales y el placer sobre los que se basan las relaciones de género dictadas por la tradición, pero no sacude ni transforma la estructura de las desigualdades de género que corroe el núcleo emocional de estas relaciones (…) En suma, la igualdad exige redefinir el erotismo y el deseo romántico, meta que aún no se ha logrado (pp. 191-192)».

Illouz acierta cuando cita a su colega estadounidense Jeffrey Alexander: «es la cualidad de evitar la determinación por el pensamiento racional o la comprensión moral, y no la disociación absoluta de ellos, la que hace que una experiencia sea estética; ese mismo liberarse de la determinación a priori, tras la experiencia estética, permite a su vez un mayor desarrollo conceptual y moral (p. 192)».
Libertad de elegir y libertad de no elegir
Illouz sigue con el tema de la libertad: “Si, como muchos concuerdan, el culto a la libertad en el ámbito económico puede acarrear consecuencias devastadoras, como la incertidumbre y las grandes desigualdades en ingresos, por ejemplo, entonces al menos habría que investigar también sus consecuencias en el ámbito personal, emocional y sexual. Así como la libertad en el ámbito económico crea desigualdades y las hace invisibles, la libertad en el ámbito sexual ha tenido el mismo efecto de ocultar las condiciones sociales que hacen posible la dominación emocional de los hombres sobre las mujeres (p. 240)”.
Illouz identifica además los riesgos y los peligros que nuestra noción extendida y desgastada de la libertad implica en términos políticos. La libertad puede llevar a la aporía y a la incapacidad de elegir, o incluso a eliminar del todo el deseo de elegir: «Si existe una historia de la libertad, podemos decir que hemos pasado de la lucha por la libertad a la dificultad para elegir, e incluso al derecho a no elegir (p. 108)».

Gran reseña Hans muero por leer a Illouz , y seguir la conversación contigo
Gracias Betsa! XX