“Uno de los principales cambios que han sufrido las relaciones sexuales en la modernidad consiste en la estrecha conexión entre deseo y economía, y entre el valor y la autoestima (…) Con esto quiero decir que la competencia sexual extendida transforma la misma estructura de la voluntad y del deseo, y que el deseo adquiere las propiedades del intercambio económico: se regula por las leyes de la oferta y la demanda, la escasez y el exceso”.
“En última instancia, mi objetivo es hacer con el amor lo que Marx hizo con la mercancía: demostrar que determinadas relaciones sociales lo moldean y lo producen”.
Eva Illouz, Why Love Hurts. A Sociological Explanation, Cambridge: Polity, 2013, pp. 58, 6.
Ella sabe de lo que habla
La socióloga franco-israelí Eva Illouz, nacida en 1961, enseña en Jerusalén y en París. Con un enfoque irónico, animado, ingenioso y muy divertido, explora y explica el tema del amor. Sin caer nunca en la jerga sociocientífica, hace un llamado convincente para que miremos el amor desde una perspectiva sociológica. En su explicación del amor –con un nivel competente y buen equilibrio científico y, no menos importante, escrita con elegancia– toma en serio todos los posibles universos de significado. Integra una multitud de realidades cotidianas que le otorga credibilidad. En suma, nos da la sensación de que sabe de lo que habla.
El amor: una categoría sociológica
Su reclamo de que el amor pertenece al ámbito sociológico adquiere veracidad en sus reflexiones sobre los límites de la psicología. La disciplina a la que las personas tienden a recurrir en busca de ayuda sobre asuntos amorosos no siempre es útil. “Si para los sociólogos, la dependencia es el resultado inevitable de que somos criaturas sociales –y por ende no es una condición patológica–, para los psicólogos, la dependencia debería extirparse” (p. 148). O: “(…) lo que está mal en las relaciones contemporáneas (…) no radica en una infancia disfuncional o en una psique poco consciente de sí misma, sino en el conjunto de tensiones y contradicciones sociales y culturales que estructuran a los seres y a las identidades modernas”. (p. 4)
Cómo la belleza se convirtió en una mercancía
Uno de los temas destacados en el capítulo que se titula “La gran transformación del amor” es la emancipación capitalista del cuerpo y la sexualidad a inicios del siglo XX. La anterior ética austera del trabajo fue amainando ante el emergente consumismo, y la estetización del cuerpo pasó a ser el centro de atención de las crecientes industrias de la moda y los cosméticos. El viejo ideal victoriano de belleza interior o moral dio paso al ideal de la belleza física: los cosméticos, lo “femenino”, el consumo y la sexualidad fueron instrumentales en la construcción del cuerpo femenino erotizado y, con la primera revista Playboy, publicada en 1953, también del cuerpo masculino.
“La primacía del cuerpo en la cultura estadounidense y el intenso mercadeo del sexo y la sexualidad convirtieron la ‘atracción sexual’ en una categoría cultural en sí misma, desvinculada del valor moral per se. El culto a la belleza, y más tarde al fitness, y la definición de lo masculino y lo femenino en términos de atributos eróticos y sexuales fueron promovidos sin cesar por las industrias culturales, hasta que lograron transformar la atracción sexual y la sensualidad en categorías culturales positivas por derecho propio, convirtiendo el deseo sexual en uno de los criterios primordiales para elegir una pareja y moldear la propia personalidad. Mercadear el sexo y la sexualidad, penetrando en el núcleo mismo de la máquina capitalista, convirtió la sexualidad en un atributo y una experiencia cada vez más desvinculados de la reproducción, el matrimonio, los vínculos duraderos e incluso las emociones”. (p. 45)
¿Sufrimiento o interés propio?
Las nociones de sufrimiento romántico y de dolor, muy normales y parte integral de las relaciones amorosas en el siglo XIX, se convirtieron en síntomas inaceptables de una psique inmadura en el siglo XX. A la luz de nuestra autooptimización, nociones como el autosacrificio, y más aún el autoabandono, se han vuelto ridículas y obsoletas. “Amar bien significa amar según mis propios intereses. La experiencia emocional del amor contiene y muestra cada vez más un proyecto utilitario del yo, en el que debo asegurarme el máximo placer y bienestar. El sufrimiento se va haciendo más y más ajeno al nuevo lenguaje cultural del amor. Esto a su vez significa que, si el amor era fuente de sufrimiento, era un ‚error’, una evaluación equivocada” (pp. 164-165).
El amor es una palabra que es interpretada según la persona. En principio el amor es un sentimiento por lo tanto es abstracto. Todo lo que dice este texto es cierto, son elementos o productos consumibles según las necesidades físicas de cada ser. Pero el hecho de que las industrias proporcionen los productos no quiere decir que nos pongan una pistola para que los usemos. El uso y abuso de su existencia es lo que cambia el concepto de lo que significa Amor. Me encantará seguir leyendo la continuación de este texto.
Magníficas reflexiones sobre el amor, gracias por compartirlas Hans, es muy valioso mirar las cosas que siempre vemos ( ya sin mirarlas) como si las estuviéramos recién conociendo, como hacen los filósofos. Espero con ansias la continuación. Abrazos
Excelente primera parte, promete un campo de exploración, además de interconexiones profundamente significativas. Coincido con el enfoque de este texto, observándolo desde la perspectiva de que este proceso emana del paradigma de la producción industrial, serial y funcional, incluso en aspectos tan fundamentales como la vida y la muerte. Al respecto, uno de los síntomas iniciales más reveladores fue, precisamente, la reubicación de los cementerios, que pasó de estar en el corazón de la ciudad y del templo, a situarse en la periferia de la zona productiva.
El amor es una palabra que es interpretada según la persona. En principio el amor es un sentimiento por lo tanto es abstracto. Todo lo que dice este texto es cierto, son elementos o productos consumibles según las necesidades físicas de cada ser. Pero el hecho de que las industrias proporcionen los productos no quiere decir que nos pongan una pistola para que los usemos. El uso y abuso de su existencia es lo que cambia el concepto de lo que significa Amor. Me encantará seguir leyendo la continuación de este texto.
Muito interessante, Hans. Obrigada pela patilha.
É o amor…
Querido Hans, me quedé picada párala siguiente !!! Gracias
Magníficas reflexiones sobre el amor, gracias por compartirlas Hans, es muy valioso mirar las cosas que siempre vemos ( ya sin mirarlas) como si las estuviéramos recién conociendo, como hacen los filósofos. Espero con ansias la continuación. Abrazos
Excelente primera parte, promete un campo de exploración, además de interconexiones profundamente significativas. Coincido con el enfoque de este texto, observándolo desde la perspectiva de que este proceso emana del paradigma de la producción industrial, serial y funcional, incluso en aspectos tan fundamentales como la vida y la muerte. Al respecto, uno de los síntomas iniciales más reveladores fue, precisamente, la reubicación de los cementerios, que pasó de estar en el corazón de la ciudad y del templo, a situarse en la periferia de la zona productiva.
¡Muy interesante! Deseando leer la continuación…